Biden: ¿un trono vacío?; por Rafael Navarro-Valls (catedrático emérito de la UCM y presidente de la Conferencia Permanente de Academias Jurídicas Iberoamericanas).

(Fuente: Diario del Derecho-IUSTEL, 15/07/2024)

El día 12 de julio de 2024 se ha publicado, en el diario El Confidencial, un artículo de Rafael Navarro-Valls en el cual el autor opina que la sustitución de un candidato presidencial en plena campaña es un proceso complejo y un verdadero desafío legal.

BIDEN: ¿UN TRONO VACÍO?

En medio de la turbulencia política que define el ambiente de las elecciones en Estados Unidos, el primer mandatario Joe Biden se encuentra en una difícil situación. Tras su desastrosa intervención en el último debate con Donald Trump, se han intensificado las polémicas dentro del círculo más liberal del Partido Demócrata, que recomienda la necesidad de encontrar un nuevo aspirante que sustituya a Biden, antes o durante la convención demócrata de agosto. Las razones se centran en la avanzada edad y las recientes dudas acerca de la capacidad mental del actual presidente. De hecho, algunos críticos han denominado la Presidencia como “un trono vacío”. Sin embargo, la sustitución de un aspirante a la presidencia en el marco de una contienda electoral es muy poco frecuente. El más reciente caso sucedió en el año 1972, en el momento en que el aspirante a la vicepresidencia del Partido Demócrata, Thomas Eagleton, renunció a causa de una enfermedad, siendo reemplazado por Sargent Shriver. Más recientemente, durante 2016, se debatió en el Partido Republicano la viabilidad de reemplazar a Trump, lo que no se llevó a cabo. El Servicio de Investigaciones del Congreso indica que estos ejemplos previos muestran las dificultades y complicaciones de cambiar de aspirante en medio de un camino hacia el Despacho Oval. No olvidemos que la sustitución de un candidato presidencial en plena campaña es un proceso complejo y un verdadero desafío legal. De hecho, es casi imposible reemplazarlo sin su previo acuerdo. Biden ha obtenido más del 90% de los votantes del Partido Demócrata en las primarias, y esto, sin su renuncia previa, es un auténtico obstáculo para su remoción como candidato a la presidencia. Pero si Biden escogiera retirarse antes de su nominación oficial en la Convención demócrata de agosto, los aproximadamente 4.000 delegados del Partido Demócrata podrían votar por distintos candidatos dentro de la propia Convención, programada para los días 19 al 22 de agosto. Sin embargo, si dimitiera una vez nombrado candidato oficial en la Convención, el Comité Nacional del Partido Demócrata tendría que designar una fecha especial para elegir un nuevo aspirante.

Sin embargo, ¿de dónde saca Biden su tozudez para seguir en el ruedo electoral? Desde mi punto de vista, además de algunos apoyos externos, la seguridad familiar es el elemento fundamental de la negativa en no dimitir “salvo que Dios se lo ordene”. Esta fortaleza familiar se mostró de modo muy gráfico en la reunión programada como un encuentro para una “imagen familiar” con la reconocida fotógrafa Annie Leibovitz. En realidad, ese encuentro “artístico”- celebrado en Camp David- fue la ocasión para que la familia en bloque alentara al patriarca para seguir al pie del cañón y lograr otros cuatro años más en la presidencia. Tanto la esposa Jill como los hijos y nietos estuvieron firmes como una roca. Incluso la “oveja negra”, Hunter Biden, el hijo perseguido por la Justicia, fue de los más entusiastas en animar a su padre.

Dicho esto, conviene centrar la atención en los posibles sustitutos de Biden. La larga lista inicial (había más de una docena de posibles aspirantes) se ha contraído a tres y un cuarto tapado, pero difícil de convencer. Kamala Harris, la actual vicepresidenta, es una de las opciones más obvias para sustituir a Biden. Harris, de 59 años, representa a dos grupos electorales clave: mujeres y afroamericanos. Sin embargo, su popularidad ha disminuido significativamente desde que asumió el cargo. Según una encuesta de FiveThirtyEight, su aprobación ha caído del 48,3% al 39,4%. Los republicanos han explotado esta baja popularidad para atacarla, sugiriendo que una votación por Biden equivaldría a votar por Harris. A pesar de estos desafíos, Harris ha defendido fielmente a Biden -con el que se enfrentó duramente en una de las anteriores elecciones- destacando sus capacidades de liderazgo en entrevistas y eventos públicos. Su lealtad y visibilidad podrían jugar un papel crucial en ganar el apoyo de los delegados, si Biden decidiera retirarse.

Gavin Newsom, el gobernador de California, ha emergido como un fuerte contendiente. Con 56 años, Newsom es conocido por su habilidad comunicativa y su perfil progresista. Ha incrementado su prestigio nacional a través de iniciativas como la creación del comité de acción política ‘Campaign for Democracy’, diseñado para apoyar a los demócratas en estados conservadores. Newsom es visto como una figura presidencial y ha sido una voz consistente de apoyo a Biden, desestimando públicamente las sugerencias de que debería reemplazarlo. Sin embargo, su asociación con California, un estado a menudo criticado por su progresismo y problemas de crimen, podría ser una desventaja significativa en una elección nacional. Pero también podría ser una ventaja, como pasó con la candidatura del gobernador Ronald Reagan. Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan, es otra figura prominente que podría ser considerada. Whitmer ganó notoriedad durante la pandemia de covid-19 por sus estrictas medidas de control, lo que la convirtió en un objetivo frecuente de críticas por parte de Trump. Su capacidad para trabajar con la oposición republicana y su liderazgo en causas demócratas como el control de armas y el problemático acceso al aborto la destacan como una líder interesante para la mayoría demócrata.

A pesar de su limitado reconocimiento nacional, Whitmer ha trabajado para expandir su perfil a través de iniciativas como el ‘Fight Like Hell PAC’ y la publicación de su libro ‘True Gretch’. Su posición como gobernadora de un estado crucial como Michigan también podría ser un factor decisivo en una campaña electoral. Una candidata – que es aún una “tapada”- es Michelle Obama. Sin embargo, es muy improbable que accediera suplir a Biden. En declaraciones a Newsweek, Crystal Carson, directora de comunicación de Michelle Obama, reiteró una declaración que la oficina de la ex primera dama hizo en marzo: “Como la ex primera dama Michelle Obama ha expresado varias veces a lo largo de los años, no se presentará a las elecciones presidenciales”.

Por su parte, Mark Shanahan, profesor de política estadounidense en la Universidad de Surrey (Reino Unido), acaba de declarar a Newsweek: “Las posibilidades de que Michelle Obama sustituya a Joe Biden en la candidatura demócrata son entre muy improbables y cero”. En mi opinión, Obama sería una buena candidata, pero algo alérgica a la política. No obstante, sería el único candidato que podría ganar a Trump: Un sondeo, realizado por Reuters/Ipsos, reveló que la ex primera dama era la única demócrata que aventajaba a Trump en un hipotético enfrentamiento, con un 50% de apoyo frente al 39% de él.

Las encuestas recientes indican una perspectiva sombría para Biden. De acuerdo con una de la cadena CBS, cerca de la mitad de los integrantes del electorado del Partido Demócrata piensan que es necesario que Biden se vaya y se nombre otro aspirante. Asimismo, el 78% de los norteamericanos considera que Biden no cuenta con la habilidad para gobernar, una percepción que se ha intensificado en el contexto del debate entre Trump y Biden. A pesar de los datos inquietantes, los sondeos paralelos indican que los posibles sustitutos de Biden no poseen mayores posibilidades de ganarle a Trump. En caso de que fuera el gobernador de California, Gavin Newsom, Trump recibiría el 48% de las intenciones de voto y Newsom el 43. Con la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, también hay cinco puntos de diferencia: 47 contra 43%. Y si la sustituta fuera Kamala Harris, un 47% asegura que votaría por Trump y un 45% por ella. En conclusión, el Partido Demócrata se encuentra en una encrucijada crítica mientras se acerca la elección presidencial de 2024. Joe Biden, respaldado por el apoyo incondicional de su familia, enfrenta una presión interna significativa para retirarse debido a preocupaciones sobre su capacidad para continuar en el cargo. Sin embargo, las complejidades legales y logísticas del proceso de sustitución, junto con la falta de un claro sucesor con mejores perspectivas electorales, complican enormemente cualquier intento de cambiar de candidato.

Kamala Harris, Gavin Newsom y Gretchen Whitmer emergen como los nombres más prominentes en la discusión, cada uno con sus fortalezas y desafíos. Harris aporta la experiencia y la representación de grupos electorales clave, pero lucha con bajos niveles de aprobación. Newsom ofrece una cara fresca y habilidades comunicativas, pero enfrenta críticas por su asociación con California. Whitmer tiene un historial de liderazgo efectivo y una posición estratégica en un estado clave, pero carece de una proyección nacional significativa. En última instancia, la decisión de Biden de continuar o retirarse tendrá profundas implicaciones no solo para su campaña, sino para el futuro del Partido Demócrata y su capacidad para enfrentar a Donald Trump en una elección que promete ser una de las más polarizadas en la historia de Estados Unidos. La cohesión del partido, la estrategia de campaña y la percepción pública serán factores decisivos en los próximos meses, mientras los demócratas navegan por este laberinto político en busca de la mejor ruta hacia la Casa Blanca.