Kamala Harris: posibilidades y desafíos en la carrera presidencial; por Rafael Navarro-Valls,

El día 28 de Julio de 2024 se ha publicado, en el diario El Confidencial, un artículo de Rafael Navarro-Valls (Catedrático emérito y profesor de Honor Vitalicio de la Universidad Complutense) en el cual el autor considera que el éxito de la actual vicepresidenta dependerá de su capacidad para construir coaliciones amplias, dar una imagen de unidad en el caos de estas elecciones y responder eficazmente a la desinformación.

(Fuente: Diario del Derecho – Iustel)

“KAMALA HARRIS: POSIBILIDADES Y DESAFÍOS EN LA CARRERA PRESIDENCIAL.

Es notable el salto de calidad que ha dado Kamala Harris en pocos días. Una vicepresidenta con poco glamour, con unas encuestas por debajo de vicepresidentes anteriores y con el peso de su fracaso en materia de inmigración ilegal, de pronto se convierte en una estrella refulgente en el universo demócrata, con millonarios llamando a su puerta y con un cierre de filas casi total de los delegados demócratas en la cercana convención de su partido.

¿Significa eso que tiene grandes posibilidades para ser elegida el 5 de noviembre la primera presidenta de la historia de los Estados Unidos? Vayamos por partes, pues en estos meses que restan para la elección debe superar algunos obstáculos de entidad. El primero es sobrevivir y no ser aplastada por la llamativa polarización política que vive hoy la mayor democracia del mundo. Harris, en efecto, debe superar la división partidista que caracteriza al electorado actual, donde a estas alturas muchos votantes ya están firmemente alineados con uno u otro partido. Esto pondrá a prueba conseguir los votos en los filones tradicionales para todo candidato con posibilidades. Me refiero a esos votantes independientes o moderados situados en los llamados “estados péndulos”.

Destacan entre ellos los seis considerados más determinantes: Carolina del Norte, Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Arizona, y otros dos que se han vuelto más competitivos por sus cambios demográficos como son Georgia y Texas. Harris debe bucear en la demografía de estados difíciles, plantar cara y llevarse los votos que pueda.

Antes hemos dicho que Kamala, como vicepresidenta, no se distingue como candidata atrayente. La prensa se ha cebado con ella. Ahora verá multiplicadas las campañas de ataques personales y consiguiente desinformación. Al frente de esos ataques tendrá un táctico maestro como es Donald Trump, un verdadero estratega en la materia. No hay que olvidar que las elecciones en Estados Unidos suelen estar empedradas de insidias taimadas, de algunas plumas mojadas en veneno, de tramposos y arribistas, y mensajes anónimos destructores.

Para Harris combatir y resistir a estas tácticas será un desafío constante. Por ejemplo, desde el confuso mundo rapero ya se han levantado una serie de calificativos contra Kamala: “borracha”, “farsante”, “fiestera”, “completamente inculta”, “mala gestora”, etc., son algunas de las perlas difundidas por las redes. Trump acaba de calificarla de “ladrona”, ya que su equipo de campaña acaba de presentar una queja ante la Comisión Federal Electoral por el traspaso de los fondos recaudados por la campaña del presidente, Joe Biden, a su vicepresidenta tras renunciar a la reelección. Por otra parte, su extremismo en materia de aborto puede retraer a bastantes de sus posibles votantes.

Hay dos aspectos en la vida política de la vicepresidenta en las que es más vulnerable: política exterior y economía. El problema para Harris en economía, y ante un país dividido, es lograr el equilibrio entre los mensajes contradictorios de los dos partidos. Para los demócratas, los beneficios de la economía han de ser ampliamente distribuidos, y manejados por el mayor número de autoridades, estatales y federales. Para los republicanos, la dirección de la economía debe emanar de la cumbre. Lo que hay que hacer, pues, es dar incentivos a los más capacitados para que activen el proceso económico, de cuyo despliegue se aprovechan los demás. Si Harris adopta un mensaje radical en materia económica, los moderados (a los que tanto necesita) se echarán para atrás.

En materia de política exterior hay algún sector que desconfía todavía de las mujeres. Aceptan que pueden ser ministras de defensa (en la que está demostrado su buen hacer), pero el que sean presidentas y, por tanto, comandantes en Jefe de todas las fuerzas armadas lo discuten. El tema de las cualidades de liderazgo, puede obstaculizar su avance en política, con un injusto escrutinio sobre su capacidad, que puede llevar a un enaltecimiento de lo masculino sobre lo femenino. Estos estereotipos tendrán que ser superados por Harris. Los votantes suelen juzgar a los candidatos por su capacidad percibida para gestionar la economía y mantener la seguridad nacional. Trump probablemente explotará cualquier percepción de debilidad en estos frentes, especialmente si la economía estadounidense enfrenta dificultades en los meses previos a las elecciones.

La sombra de Biden sobre la candidatura de Harris pesa lo suyo. Los fallos percibidos en su legislatura serán una maldición para la recién entrenada candidata. Por ejemplo, poco después de que comenzara la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán (en agosto/septiembre 2021) los talibanes lanzaron una ofensiva contra el Gobierno afgano, avanzando rápidamente frente al colapso de las Fuerzas Armadas afganas. El desorden afectó también a los americanos. La caótica retirada de Afganistán pasó factura con un notable descenso de las encuestas del tándem Biden/Harris Todavía se percibe el eco del fracaso. Igualmente, se comenta el dudoso éxito de la lucha contra el covid o la inflación.

La capacidad de Kamala Harris de distanciarse estratégicamente de cualquier política impopular mientras capitaliza los éxitos será crucial. En fin, competir contra un adversario como Donald Trump, quien sigue siendo una figura polarizadora, pero influyente, plantea una serie de oportunidades y obstáculos con los que Harris debe saber enfrentarse con audacia y destreza.

Una candidatura histórica

Pero, no todo son obstáculos para el empeño presidencial de la vicepresidenta. Piénsese en que Kamala Harris aporta una rica experiencia en el gobierno, habiendo servido como fiscal general de California y como senadora de los Estados Unidos antes de asumir la vicepresidencia. Esta trayectoria le permite destacar su conocimiento y habilidades en la administración pública, en contraste con Trump, cuya experiencia política se limita a su mandato presidencial anterior.

Harris, a su vez, representa una candidatura histórica como la primera mujer y la primera persona de ascendencia afroamericana y asiática en ocupar la vicepresidencia. Su candidatura puede movilizar a una coalición diversa de votantes que se identifican con su historia y antecedentes, ampliando la base de apoyo del Partido Demócrata. Por ejemplo, en todas las encuestas, Harris consigue más apoyos de los votantes de minorías étnicas, con una ventaja de 64 puntos frente a Trump entre los votantes negros y 16 entre otras minorías. Tanto las mujeres (17 puntos sobre Trump) como los jóvenes (16 puntos de ventaja entre los menores de 30 años) parecen más atraídos por la candidatura de Harris que sobre la de Trump.

Por otra parte, Harris ha defendido en el Senado y como vicepresidenta una serie de políticas avanzadas (reforma de la justicia penal, cambio climático y atención médica universal) que resuenan favorablemente en sectores claves del electorado, como los votantes urbanos y las minorías. En fin, su candidatura se beneficiará de la sólida base electoral del Partido Demócrata, pues los demócratas siempre han demostrado una notable capacidad para movilizar los votantes de los estados clave.

En conclusión, Kamala Harris se ha metido en un avispero dentro de un camino cuesta arriba. Su éxito dependerá de su capacidad para construir coaliciones amplias, dar una imagen de unidad en el caos de estas elecciones y responder eficazmente a la desinformación. La carrera está en marcha, por ahora equilibrada, y tanto Trump como Harris están preparados para una contienda que definirá el rumbo de Estados Unidos para muchos años.